Mi cuerpo no tiembla, ni mi piel se eriza por frío, es solo que mi cuerpo esta despertando de un gran letargo. ¿No me entiendes? no te puedo culpar, soy extraña, pero no te ofusques, todo esta bien.
Además ya sabes que no suelo expresarme mucho, no hacen falta las palabras contigo.
Solo no me pidas que deje de pensar y de sentir........ me conozco bien, últimamente me se conducir muy bien.
Estoy aquí consciente y te disfruto mucho......... así como a tus manos. Esas manos que expresan lo inexpresable, que dibujan símbolos con solo un roce. Lo se tiemblo y mi piel reacciona, no se por cuanto tiempo, pero te explico.
El despertar de la lucidez puede no suceder nunca, pero cuando llega, si llega, no hay modo de evitarlo. Y cuando llega, se queda para siempre. Se entiende, aunque no se lo quiera aceptar, que la vida nace con la muerte adosada, que la vida y la muerte no son consecutivas, sino simultáneas e inseparables. Si uno puede conservar la cordura y cumplir con normas y rutinas en las que no cree es porque la lucidez nos hace ver que la vida es tan banal que no se puede vivir como una tragedia.
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