miércoles, agosto 25, 2004

UN APICE DE RECUERDOS (CAPITULO 6)

Ninguno de los dos era sincero pero lo aparentabamos y ambos aceptábamos, de antemano, la situación. Pero las más de las veces, callábamos.
Nos bastaba con mirarnos y sabernos. Nada nos importaban los silencios, estábamos juntos y era suficiente.
Cuando el se fue analice aquellos encuentros sin palabras, aquellas miradas sin proyecto, sin esperar grandes cosas de la vida y eran sencillamente la felicidad.
Yo buscaba en la cabeza temas de conversación que pudieran interesarle, pero me sucedía lo mismo que ante el lienzo en blanco, no se me ocurría nada. A mayor empeño, mayor ofuscación. Se lo expliqué una tarde que, como de costumbre, caminábamos juntos, ¿Qué vamos a decirnos? Me siento feliz así, respondió el.

1 comentario:

juan calabaza dijo...

Suele pasar todo el tiempo... pero siempre nos sentimos igual...